Un paisaje poco usual que despierta los sentidos de quien lo puede admirar. La piscina y sus vistas, no solo en verano son bellas, también en invierno, cuando cae la nieve y todo queda cubierto de blanco, podemos recordar el aspecto del agua azul, el cielo libre de nubes y un sol brillante que quema e invita a darse ese baño tan deseado, el chapoteo y las risas de los niños, las charlas de los mayores…
Es obvio, que este marco no nos permitiría disfrutar de un día de verano soleado, pero la imaginación se deja llevar y podemos disfrutar de otra forma nuestra zona de baño, resguardados y abrigados bajo las encinas, con un café bien caliente en la mano y en el silencio del atardecer, disfrutando de la tranquilidad de la sierra y olvidando los problemas cotidianos.
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